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Entrevista a Daniel Milmo, Presidente del Consejo Mexicano Vitivinícola

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Cuando Daniel y Brandon Milmo asumieron la dirección de Casa Madero pergeñaron una ambiciosa evolución que consolidó el liderazgo de esa empresa en la industria del vino, tal vez otra razón que ha sumado para que, desde hace dos años, Daniel presida también el Consejo Mexicano Vitivinícola. Con el mismo dinamismo que encaró los retos de su empresa, enfrenta ahora los de esa institución, en la que ha logrado nuclear con premisas comunes a gran parte de los productores. Le aguardan, sin embargo, desafíos aún mayores. El vino mexicano tiene ya el 30 por ciento del mercado y cuenta con cerca de 6 000 hectáreas de viñedo. Para que en los próximos 10 años guarde esa participación o la aumente, se necesitará plantar de 12 000 a 15 000 hectáreas más, señala en esta entrevista, y la inversión requerida irá de 300 a 500 millones de dólares. Puede sonar a utopía, pero toda gran transformación lo es antes de convertirse en realidad.

RG: ¿Qué ha cambiado en el vino mexicano durante los 2 años que llevas al frente del Consejo Mexicano Vitivinícola?

DM: Lo más importante es que bajo nuestra gestión México regresó a ser parte de la OIV (Organización Internacional del Vino y de la Viña) y nuestra participación en modificar la NOM 199 para crear un apartado del vino mexicano, la cual está por ser oficialmente publicada. Actualmente está en el escritorio del Secretario de Economía y ya pasó por todas las etapas en las que los interesados pudieron hacer valer sus observaciones u objeciones. Ya está supervisada, revisada y recontra revisada. La redacción define en detalle los conceptos vino y vino mexicano; quita lo que no correspondía y precisa su significado.

RG: ¿La definición de “vino mexicano” implica restricciones en su uso?

DM: Es simplemente la observación de una ley. Tenemos que seguir una norma. Establece sus principales parámetros; cómo debe estar etiquetado y cómo debe sustentar lo que dice en la etiqueta; en qué métodos debe basarse para validar sus enunciados. Hasta ahora no había una definición, la de vinos era muy genérica, y no existía un apartado del vino mexicano. Su aplicación, además, será oficial, no voluntaria.

RG: ¿Cuál es la definición de “vino mexicano”?

DM: Es un vino elaborado a partir de uvas cultivadas en territorio mexicano, cosechadas en territorio mexicano y convertidas en vino en territorio mexicano.

RG: ¿Qué sucederá con aquellas empresas que mezclan vinos de otros países con el mexicano?

DM: La etiqueta deberá indicar el porcentaje de vinos de otros países y no podrá decir vino mexicano si no es íntegramente mexicano. Deberá indicar de donde es, donde fue elaborado. Es una protección para el consumidor, la garantía de que aquello que dice en la etiqueta está validado.

RG: ¿La norma “tiene dientes”, como se suele decir? ¿Establece sanciones y la manera de ejecutarlas?

DM: Si hay omisiones puede haber consecuencias. Más adelante deberán ser validados los métodos de comprobación.

RG: Obviamente esto implica tiempos ¿cuánto debemos esperar para su aplicación?

DM: La NOM199 será publicada entre octubre y noviembre. Luego puede pasar un año hasta que estén listos y se publiquen los métodos de validación del contenido de las etiquetas y otro para lograr plena vigencia y hacer oficiales sus obligaciones. Será de un año a 2 máximo.

RG: ¿Esta regla sería el primer paso hacia el establecimiento de denominaciones de origen?

DM: El CMV no está en la posición de empujar la creación de denominaciones de origen. Dicho esto, el apartado que se ha añadido a la NOM implica por lo pronto darle a México carácter de indicación geográfica.

RG: ¿Que otras acciones contempla el CMV como apoyo al vino mexicano?

DM: Estamos muy cerca de lograr, con la colaboración de varias partes involucradas, una ley de fomento a la industria vitivinícola. Hay una comisión que trabaja en ello, presidida por el gobernador de Baja California, Francisco Vega de Lamadrid, e integrada por los gobernadores de los demás estados donde se produce vino. Hemos trabajado en su elaboración muy de la mano con los legisladores. Se ha venido haciendo un trabajo muy detallado en el sentido de ir poniendo los puntos y comas de cada aspecto importante para la industria. Se presentó al senado el 21 de abril y ahora está en una de las comisiones de revisión.

RG:¿En qué ayudará esta ley a la industria del vino?

DM: Será un gran paso, pues hemos recogido las inquietudes del sector, que en consecuencia están contempladas en esta ley. Para elaborarla se constituyeron  mesas de trabajo que han sesionado en los estados vinícolas, como Baja California, Coahuila, Guanajuato, Querétaro, Zacatecas o Aguascalientes. La ley instruye la formación de un grupo de trabajo permanente integrado por las secretarías de Agricultura, Economía y Hacienda para que impulsen iniciativas que beneficien al sector. Lo ideal sería que a éste se le considere estratégico, a fin de dar prioridad a apoyos específicos en territorio nacional o en el extranjero, como créditos o programas para aumentar la producción.

RG: ¿Que implicaciones tiene la expresión “sector estratégico”?

DM: Sagarpa considera ciertos cultivos como estratégicos y esto hace que se examinen las propuestas de los productores desde una perspectiva más amigable a fin de facilitar su concreción en programas de apoyo. Desde más apertura en los trámites a ciclos más largos en los apoyos financieros.

RG: ¿Cómo ves la situación actual del vino mexicano?

DM: El vino mexicano está enfrentando una situación muy buena, con la demanda sostenida del consumidor, lo que da a la industria la oportunidad de capitalizar y desarrollar. El consumidor ve de manera positiva al vino mexicano, lo cual abre perspectivas para los productores -si se ponen las pilas y hacen las cosas bien- de seguir creciendo para absorber parte del mercado que ocupa actualmente el vino importado.

RG: Hoy día el vino mexicano representa aproximadamente un tercio del mercado. ¿Qué necesitaría para ocupar una porción más grande o, al menos, para mantener ese porcentaje en los próximos años?

DM: Hicimos estos cálculos hace alrededor de un año. Para que en 10 años la industria nacional tenga el 50 por ciento del mercado necesitamos crecer entre 12,000 y 15,000 hectáreas. Ahora hay entre 5 y 6,000 hectáreas de viñedo para vino, según el censo del Siap (Sistema de información agroalimentario y de pesca). Se está iniciando un estudio más a detalle, con el padrón de productores, georeferenciado, de las 5 vocaciones de la uva: de mesa, para vino, jugo, pasa y brandy. El estudio lo hace el Siap e inicia en marzo. Abarca aspectos como un censo de variedades, si el viñedo es directo o con portainjertos, etc. Los resultados van a estar a fines de 2018. Nosotros apoyamos procurando que la investigación esté en línea con los productores y enfocada a lograr información válida.

RG: ¿En cuanto estimas la inversión que requeriría llegar a plantar esas 15,000 hectáreas?

DM: El costo actualmente de poner en marcha una hectárea de viñedo es, dependiendo de las características del sitio, de 20 a 35 000 dólares.

RG: Todo el tiempo se abren nuevas regiones de cultivo de uva. ¿Qué significado le das a esta creciente diversidad de origen?

DM: Hay muchos proyectos que van de la mano con el crecimiento del mercado, personas que ven ahí una oportunidad y que la encuentran interesante. Todo esto suma a la diversidad y enriquece el panorama con matices diferentes de vinos. Hace un par de semanas estuve en Chihuahua y me impresionó lo que se está haciendo y el potencial que ofrece la región, tanto en suelos como en el ciclo de las estaciones y las variaciones de clima.

Hay diferentes perfiles y enfoques en la gente detrás de los proyectos: está el desarrollador, el agricultor o el de alguien retirado que lo tiene como un hobby. En estados como Querétaro y Guanajuato hay gente que se está aventando a nuevos proyectos más por la parte inmobiliaria del negocio que por el vino mismo. Pero de una u otra manera, sus proyectos ayudan a fomentar la cultura del vino, ponen a la gente más en contacto con el cultivo y el consumo.

RG: Una de las críticas a algunos proyectos es que se planta en cualquier sitio, sin tener en cuenta su aptitud o las cepas que mejor se adaptan a sus condiciones. Aquellos que quieren entrarle a esta actividad, ¿tienen con quien asesorarse?

DM: Nosotros no damos esos servicios pero sí podemos recomendar con quien obtenerlos. En el consejo tenemos asociados de todos los tipos y colores y algunos están preocupados por lograr el mejor resultado posible. La pertenencia a la OIV no solo pone a México en el mundo del vino sino que además facilita el acceso a información científica y técnica que resulta decisiva para lograr nuestra adecuación a los mejores estándares.

RG: ¿A propósito del vino en el mundo, México comienza a ser visto como país vinícola en mercados internacionales?

DM: Todavía nos falta. Para que suceda tenemos que tener más producto en el extranjero. Pero al mismo tiempo la gran demanda que hay en el país hace prioritario atacar aquí y luego ir a buscar mercados fuera.

RG: ¿El paradigma es la evolución de Casa Madero en estos años?

DM: En el año 2 000 casa madero exportaba el 95 por ciento de su producción a 27 países. Hoy Casa Madero exporta a 3 países menos del 5 por ciento de su producción. El resto va al mercado nacional. En 7 años el consumo de México dobló: de 375 a 750 mililitros per cápita. Pero tampoco estoy en contra de exportar. Creo que es el momento de ir poniendo un piecito en el mundo mirando al futuro, porque incursionar en otros mercados no se hace en un día. A CMV si le interesa que estemos preparados para exportar.

RG: ¿Cómo responderías a las objeciones que despierta en algunos consumidores el precio del vino mexicano?

DM: Creo que en México hay vino de todos los niveles. En lo que percibe el consumidor no está solo el precio del vino sino también el del restaurante, que tiende a manejarse con márgenes muy altos. Yo invitaría a ver alternativas de vino nacional menos caro, que sí existen, aunque teniendo siempre en cuenta que la calidad viene de la mano con el precio.

LOS ESTADOS VINÍCOLAS DE MÉXICO
(en orden alfabético)

Aguascalientes
Baja California
Chihuahua
Coahuila
Guanajuato
Jalisco
Nuevo León
Puebla
Querétaro
San Luis Potosí
Sonora
Zacatecas

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