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El Brexit del vino

Este 19 de junio se iniciaron oficialmente las negociaciones para la salida del Reino Unido (UK) de la Unión Europea, el ya célebre Brexit, un año después del referéndum celebrado a tal efecto. Pero ahora también, tras los malos resultados que obtuvo la primera ministra Theresa May en las elecciones del 8 de junio y el consecuente debilitamiento de la “salida dura” de la Unión Europea, el Brexit proyecta sobre todo incertidumbre, tanto en el mercado del vino como en el resto de la economía inglesa.

Nadie sabe aún cómo se verá afectado el intercambio comercial de la isla con el resto del mundo, de manera que las especulaciones al respecto crecen cada día. «El objetivo es abordar las incertidumbres que ha causado el Brexit, en primer lugar las de los ciudadanos», declaró Michel Barnier, jefe negociador de la UE durante el arranque de las pláticas con David Davis, una especie de secretario de estado inglés designado para ser la contraparte.

En el caso de los vinos, la movida puede ser sísmica: el 90 por ciento de los que bebe Inglaterra son importados, y el 55 por ciento de ellos proviene del resto de Europa. Aunque esta cifra impresiona, la cosa no acaba ahí: cuando UK se separe de la UE quedarán también sin efecto en su territorio los tratados comerciales establecidos por Europa con otros países productores del mundo, como México, Chile e incluso Estados Unidos.

Parte de la incertidumbre que menciona Barnier radica en si éste y otros productos que componen el consumo cotidiano de los ingleses se verán sometidos a cargas arancelarias. La primer ministro inglesa ha abogado por lo que se ha dado en llamar un “Brexit duro” que incluye también la unión aduanera. Esto implica renegociar con cada país, un proceso que llevará tiempo, señaló Miles Beale, director de la Asociación de Comercio del Vino y los Licores (WSTA).

Beale enfatizó también en declaraciones a la revista británica Decanter que, en el caso de no llevarse a cabo este proceso con la debida simultaneidad, los riesgos son “cortar la cadena de suministros, caos en los puertos ingleses, incremento en los costos para sus empresas y, finalmente, precios más altos para los consumidores”.

Así como el Reino Unido importa el 55 por ciento de sus vinos de la Unión Europea, para esta última representa su segundo cliente más importante en el mundo. Con ambas cifras contrastadas resulta evidente lo que se está jugando en estos días. Por el lado de los  productores europeos –por ejemplo Rioja, que es uno de los principales exportadores a Inglaterra-, una disminución importante de sus ventas afectaría la totalidad del negocio.

Ya hay en este momento consecuencias: según Decanter, en un año el precio de los vinos provenientes del continente se incrementó en 15 por ciento, debido en gran parte a la devaluación de la libra esterlina con respecto al euro. Hasta que se sepa si el doloroso y complicado proceso de separación significará también costos arancelarios, el de la incertidumbre se les ha anticipado.

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